La guerrilla y la sociedad civil
Las Farc, entre
cínicas e insolentes, nos cuentan desde La Habana que la democracia colombiana es
defectuosa.
La
incómoda verdad es que en las últimas cinco décadas, mientras la guerrilla
llevaba a cabo su lucha violenta, ha sido la sociedad civil colombiana la que
ha logrado las conquistas, los avances y a veces las meras resistencias que han
impedido mayores desastres en nuestra imperfecta democracia. Pero fue la sociedad civil —el periodismo, la opinión pública— la que sacó a la
luz los falsos positivos y forzó la destitución de los culpables. Fue la
sociedad civil y desarmada, y no las Farc, la que se enfrentó a los gobiernos
que en los últimos años espiaron y amedrentaron con el pretexto de la
seguridad. Fue la sociedad civil y desarmada y pacífica, y no las Farc, la que
lideró los debates más notables sobre el modelo de país que queremos, desde la
Séptima Papeleta hasta el hundimiento de la reforma de la justicia en 2012.Los negociadores de las Farc se han quejado mucho de esta democracia, pero siguen negándose a incluir, en medio de tanta discusión sobre las estructuras de participación política, el reconocimiento de las víctimas. Uno de ellos hablaba esta semana de subir los impuestos a los latifundistas y así financiar un fondo de compensación de las desigualdades regionales; cuánto le gustaría a la sociedad civil oírle hablar, Pero la sociedad civil sabe que la única manera de llegar a esa paz imperfecta y conflictiva que nos espera es hacer que el momento de las víctimas sea ya. A ver si todo este desgaste brutal que es el proceso de paz, que ha enfrentado y polarizado a los colombianos más que nunca, no termina siendo uno de esos fracasos que no sirven para nada. Pues puede ser que la sociedad civil no sepa a veces por qué apoya el proceso; pero cuando deje de hacerlo, señores de las Farc, tendrá muy claras las razones.
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